miércoles, 6 de abril de 2011

Castillo De Arena


-Arenita, arenita,
-Dime cangrejito
-Arenita, me la pelas.
Dialogo entre un cangrejo mexicano y la arena



¿Por qué los cangrejos no pueden caminar normal? ella me preguntaba eso cuando la luna brillaba nuestro camino, yo siempre pensé que la luna era un bombillo gigante dispuesto a iluminar nuestro camino, pero en realidad ella era la luna.
Los días en la playa fueron buenos, sin saberlo siempre nos internábamos más y más en nuestros sueños, me gustaba cocinarle, ella decía que yo era todo un chef yo le decía no linda, solo soy la mitad porque si fuera todo tendría las manos más grandes y cortadas.

Mis palabras jamás tuvieron sentido para ella, jamás tienen sentido para nadie, pero eso es lo que me hace diferente, como el cangrejo que camina diferente. Pero en realidad el cangrejo es sumamente asombroso, puesto que a pesar de caminar como lo hace, logra caminar en la arena, yo siempre que hablaba con ella sentado en la arena, costaba trabajo acomodarme, la arena es sumamente difícil, es difícil caminar sobre ella, correr.

Ella siempre sonreía cuando estábamos en la arena, muchas veces pensé que era una sirena pues amaba estar en el mar, la brisa siempre nos cantaba y la luna (el bombillo gigante) iluminaba nuestras noches, luego leíamos un par de cuentos a las tortugas, nos metíamos en su ombligo cuando llovía, y hacíamos el amor en nuestro castillo de arena, ese viejo castillo de arena, su creación fue bastante amarga, al principio pasábamos horas planeando como lo íbamos a construir, si conservando el estilo tradicional o íbamos a hacerlo más deko, yo la verdad solo recibía ordenes y pensaba en mi interior "Menos mal que nos queda Portugal, menos mal que ella vive cerca al mar".

Los cangrejos nunca dejaron de visitar mi castillo, ellos siempre eran bienvenidos, cuando no podía darles azúcar les daba bocaditos de caña, algunas veces me ayudaban a lavar los trastes y me preguntaban por la sirena que tenía cara de luna, siempre les contestaba que no sabía si se había ido al cielo o al mar, en cualquiera de los dos lugares ella estaría feliz cantando sus canciones que me atormentaban pero que a la vez yo tarareaba.

Los días de arena terminaron para mi, pero en algún lugar de un gran país necesitan que alguien construya un castillo de arena, y allí llegaré con mis amigos los cangrejos, ojalá tenga buena suerte y me reencuentre con mi sirena.

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