viernes, 29 de abril de 2011

Debajo de esas dos cejas...

Yo no beso tus labios rotos... Porque yo fui el que los mordí; eso sería de mala educación...

El motor de nuevo está encendido, nuevamente has aparecido, y una vez que vienes sabes que enciendes nuevamente el carril del texto, y nuevamente las letras hacen una orgía, para formar palabras, palabras que viajan directamente a tu corazón, como pequeños cometas a punto de chocar con la tierra, esa tierra en al que vivo, esa tierra que es tu corazón, tu pequeño y frágil corazón, que tiene más remiendos que el pantalón de un infante juguetón, un corazón que ha pasado por pocas manos, y que extrañamente mis torpes y toscas manos dejaron caer, fisurandolo rítmicamente sin acabar con él.

Repetidamente mi cabeza me dice, que bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas, debajo de esas dos cejas, para aquel que los veas por primera vez, diría que son los ojos más rudos y violentos que alguien podría tener, pero para mi son hermosos, y besar tus labios quisiera, pero no podría decirte niña hermosa, porque tu niñez se fue, con aquella que llaman Inocencia, aquella que nos abandona cuando más la necesitamos, aquella que era buen consuelo en los días que no podíamos explicar aquello, aquella que se va de nuestras vidas cuando ese, ese bastardo que llaman Amor, entra para patearla lejos, para alejarla, para matarla y no permitirle entrar nuevamente en nuestro corazón.

Que triste fue no haberte cantado a la orilla del mar, siempre quise hacerlo, mientras veías el atardecer, mientras nos sacudíamos la arena de nuestros cuerpos desnudos después de haber dejado una huella ahí en la orilla del mar, donde construimos nuestro castillo de arena, donde tu vestías ropajes de la madre naturaleza, pero que en tu cuerpo te hacía lucir como la más bella de las princesas, no tuve la suerte, no tuve la hombría ni el animo de caminar hacia ese lado, pero nunca es tarde, siempre tendrás esos bonitos ojos y obviamente esas dos cejas, algún día te preguntaré si me escuchas, y que cruzaré el océano azul, solo para demostrarte que el castillo está ahí, donde lo dejé...
En lo más profundo de tu corazón, el que bombea sangre, para que unos párpados hagan lo suyo y yo pueda decir... Que bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas.