jueves, 17 de noviembre de 2011

Una intachable fisura...

Los pensamientos cesaron el día que dejaste de leerlos...

Amor, es frustrante amar a alguien y no ser correspondido. (Pensamiento común) pero más reprimido es ser amado, amar y no demostrar. Esto le pasaba al soldadito del cartón, quien estaba cansado de ser amado por aquella muñeca de porcelana, a la cual le faltaba un dedo y era un recuerdo de alguna primera comunión hecha por una empresa de nombre "kaskas" o algo similar.

El soldadito siempre fue solitario, desde el día que fue creado hasta el día que fue olvidado en aquel viejo desván, donde aquella muñeca lo acogió de manera tierna y cariñosa, siempre a la espera de algo que ni él sabía, lucho grandes batallas, estuvo en grandes guerras de la que jamás salió muerto, pero de la que él desconoce si fue victorioso o perdedor.

Aquella muñeca tenía una historia diferente, un poco más lujuriosa, su lugar era importante en la casa, junto a las muñecas de estilo victoriano adornaban la vitrina, de la cual Doña Señora estaba orgullosa. Doña Señora era la dueña de la casa en la que ambos muñecos se encontraban, ella y Don Señor habían sembrado su casa una tarde de abril de el año 1946, Don Señor contaba la historia de generación en generación, de como él y Doña Señora, sembraron la casa. Dice que los primeros brotes de chimenea germinaron por el mes de Mayo, que ya para el año 47 la casa era una choza, para el 69 ya era una casa estilo suizo, Don Señor pensó que la casa permanecería así, pero hoy en el nuevo milenio y ya con una década de mayoría Don Señor vivía en una mansión, que empezó como choza.

La muñeca reposaba en el desván debido a su lesión, Doña Señora no podía permitir tener una muñeca lesionada entre las demás, por lo que desterró a la Bailarina, ¿No les había contado? Aquella muñeca era una bailarina, pasó muchos días acompañada de adornos navideños y otros viejos objetos, hasta el día que llego el soldadito de cartón.

La creación del militante fue culpa de muchos paquetes que llegaron a Don Señor, quien era bastante complicado con la situación de las basuras, a muchas cosas inútiles les veía un lado útil, ese día junto todo el cartón y aprovechando que su nieto Niño estaba en casa, decidió armarle un ejercito de soldaditos de cartón, Niño fue feliz con su ejercito, lo llevaba a grandes batallas; en el campo, en la nieve, en el bosque, a través del río. Terminando el tiempo con el abuelo Niño regreso con sus padres, llevandose consigo el ejercito, pero lamentablemente Niño olvido al joven soldado, por lo que Doña Señora, lo guardo en el desván, junto con las otras cosas que no quería sacar de su casa, pero tampoco quería que estuvieran a la vista en ella.

La Bailarina vio fijamente al soldado, él quien había pasado bastante tiempo solo antes de que Doña Señora lo encontrará, se sentía abandonado, traicionado, sentía que no tenía valor, por eso no sabía si era victorioso o perdedor. Pero la bailarina, a diferencia de él, sentía que por fin el amor había tocado a su puerta, quería amar al soldadito.

Los días pasaron, el soldadito tenía a la muñeca, más ella no tenía al soldadito, siempre entregandose a él como fiel muestra de su amor, el siempre evitando, pensando en sus días de combates y en su compañía militar, los extrañaba, extrañaba a Niño y las guerras de cartón.

La bailarina notó el comportamiento de su amado, pero siempre recibía evasivas de él, golpes, rechazos, por lo que ella prefería no preguntar, y acepto por adoptar la soledad que tanto amaba su amado, la bailarina con el tiempo se fue fisurando, su tristeza se reflejaba en su material, el hecho de ser tan frágil mientras que el soldado era más fuerte, hacía que por seguir al militante por donde el fuera su cuerpo se lastimará, hasta que un día la bailarina se termino de fisurar y se quebró.

El soldado la notó por primera vez a viendo como perdía la vida a través de los segundo y como sus pedazos se hacían cada vez más pequeños. Ese mismo día en aquella casa en medio de la nada, Doña Señora y Don Señor descansaron juntos para siempre, y aquel soldado de cartón, sigue lamentando su soledad en aquel viejo desván con la desgracia de ya no tener a su amada e ignorada bailarina de porcelana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario